lunes, 5 de mayo de 2014

Pregonar a nuestra Virgen del Pino, el orgullo de cualquier iliplense

Estimados vecinos, ahora que se acercan las fechas de la Romería de nuestra Virgen del Pino os dejo el pregón del pasado año, mediante el cual tuve el inmenso honor de expresar mis vivencias y sentimientos a nuestra patrona:


Pregón Romería Virgen del Pino 2013

 “Acuérdate, acuérdate, dulce, escogida Reina, que tienes de nosotros, los hombres pecadores, toda tu dignidad. ¿Cómo te llamarías Madre de la gracia y la misericordia a no ser por nuestra miseria que necesita de gracia y de misericordia”. 
 “Así como la aurora es el fin de la noche, así el nacimiento de María es el fin de nuestros dolores y el comienzo de nuestro consuelo”.

En primer lugar quisiera agradecer afectivamente la asistencia a la señora Alcaldesa  y su corporación municipal, Junta de Gobierno de la  Hermandad de Nuestra Señora del Rocío que en días venideros celebrará fervorosamente su festividad, Junta de Gobierno de la Hermandad cofrade de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, queridísima Hermandad de la Virgen del Pino y Junta de Gobierno, gracias a la cual todo esto es posible, señor cura párroco, presentador, hermanos, pueblo de Niebla, Buenas noches.
Del mismo modo mandar un abrazo y deseos de salud, amor y paz a todos mis hermanos los iliplenses en estas fechas de alegría y júbilo, en el mes de las flores, en el mes de María.
Llegan los albores de un nuevo mayo, y en el alma de cada iliplense susurra a media voz un deseo de pasión, de amor, de felicidad; un año más la encandilante mirada de nuestra Virgen nos dará un impulso de alegría y la aldea de Lavapiés será testigo una primavera más de la festividad de nuestra preciada Romería.
“Bienaventurada María, la mil veces nombrada de distinta manera, porque el Señor ha mirado la humildad de su sierva, y por eso te llamarás, te llamaremos, Señora de la Viña y de la Oliva, del Mar y de la Montaña, del Castañar y del Pino, y del Arroyo y de la Cañada, y de los Azahares y del Romero, de Atocha, del Juncal, del Acebo, del Brezo y del Henar. Tantas cosas sencillas, flores, palabras de cada día del labriego, del pastor, del caminante…”
Un año más, Gracias a Dios, nos preparamos para celebrar la Romería en Lavapiés. Y en este bendito lugar, Niebla, lleno siempre de bendita luz es llegado el momento; en este Mes de la Cruz, en este Mes de María; de cantar, de imaginar, de soñar, de presentir el Camino a Lavapiés, que nos sea concedido el privilegio de ver cara a cara a Nuestra Patrona, a la Virgen del Pino…
Un año más, es llegado el momento de cantar las Glorias de la Virgen María desde la palabra del orador,  para entender –aún mejor si cabe- la Gran Significación de la Figura Insuperable de María, la Mujer Más Trascendente que los siglos han conocido.
El Pregón de la Hermandad de la Virgen del Pino, con su poder de convocatoria,  muestra cada año, bien a las claras, la vigencia actual de la Madre de Dios y viene a decirnos qué supone María, dos mil años después de haber dado a Luz al Hijo de Dios, para el hombre que sufre en este tiempo histórico.
“Qué devoto habrá que no te ame María. En la duda eres luz, en la tristeza consuelo y refugio en los peligros”.
¿Qué es pregonar la Romería? Hay muchos que dicen que es exaltar. Sin duda lo es; pero también es soñar, es añorar, es sentir, es evocar, es rezar, es compartir. Es –sin duda ninguna- vaciarse de Amor por la Virgen; y para vaciarse de Amor, es preciso tener gran capacidad para Amar, tener gran corazón y gran capacidad de sentir.
Quiero acordarme de aquella primera vez en la que me quedé prendado de tu dulzura, tan preso como hoy día, cuando me miras y eres capaz de recoger en tus ojos todas mis sensaciones. Desde pequeño te he contemplado y rezado; te he visto, desde sola en tu ermita un día cualquiera de invierno hasta cuando el gentío te llama; te he rezado cuando has recorrido tu pueblo, buscando a tus hijos y te llevo en mi cartera como si de un relicario se tratase, cercano a mi corazón, que viene conmigo a todas partes. Tan solo sé que siempre has formado parte de mi vida, aun no estando cercano a tu imagen, llegando a conseguir que a veces solo te hable con la mirada porque de otra forma no puedo.
Por eso, Virgen del Pino, hoy llego ante Ti de una forma muy distinta a lo habitual hasta hace unas fechas. Hace unos años, mis brazos eran portadores de tu imagen, bendito peso soportado con amor y con dulzura, hoy… te rezo con humildes palabras que son sentimientos hechos voz.
Es así, como en esta noche de Mayo, tan próxima a la Romería, esta querida Hermandad me permite hacer una oración compartida y, desde este atril, poder abrir las puertas de mi corazón y derramaros los sentimientos que atesora mi alma. Y os confieso que será mi primera tarea de pregonar y alabar a la Madre de Dios, y es por lo que te pido, Señora me ilumines en esta estación, que solo pretendo sea una manifestación de amor, para poder llegar al corazón de todos los iliplenses.
Las romerías se remontan a la más remota antigüedad. Los judíos se reunían o iban en peregrinación al lugar en que se hallaba el tabernáculo. Desde el tercer siglo de nuestra era, los cristianos participaron en romerías para visitar los sepulcros de los mártires. Del mismo modo nuestra romería despierta en mí una gran cantidad de inquietudes, recuerdos, vivencias imposibles de borrar.
Remontándonos un poco a su historia, hace más de treinta años, las famosas cruces de Mayo provocaban enfrentamientos innecesarios entre los miembros de las distintas cruces. Para erradicar dichos enfrentamientos y con un deseo de unión y concordia surgió la idea de que todos los iliplenses dejaran de lado su cruz de mayo para unirse cordialmente en romería. Treinta años después podemos presumir de tener una de las mejores romerías de toda la provincia.
Es Deslumbrante tu mirada,
Enigmática tu sonrisa,
Ese fervor que tú provocas,
Cuando los fieles a tu ermita,
Llenan de flores tus altares,
En días de romería.

Adentrándome en mis recuerdos, es totalmente imposible olvidarme de una romería en concreto. Corría el año 1976 y sin imaginarme lo que la vida me depararía en un futuro, sin quererlo aquella romería quedó guardada por siempre en mi memoria.
Aquel año, fue el primero en el que los iliplenses pernoctaban en la aldea, hacían noche del sábado al domingo, noche mágica de compañía a la Señora, de rezos interminables, de oraciones, peticiones, todo un pueblo entregado a su Virgen, a su Virgen del Pino. Pero para mi tristeza y añoranza, fue la última romería que pude celebrar con mis padres, ya que por motivos profesionales, emigré a Madrid, donde desarrollé mi vida durante veintidós años…y no tuve oportunidad de poder acompañar a quienes me dieron la vida ninguna romería más, en mis ancestrales creencias y recuerdos, aquella romería tiene robado un pedazo de mi corazón de por vida.
      Dicen que la distancia es el olvido, pero yo no concibo esa razón, cómo decía la canción, pero en mi caso no se cumple. Un recuerdo singular que guardo de mi estancia en Madrid, es el de una cinta que me regalaron del fabuloso Coro de la Hermandad de la Virgen del Pino, que por aquellos años proclamaban con sus voces el amor a su Virgen, el amor a María. Eran largos meses de mayo, veintidós mayos concretamente con una banda sonora particular, música que escuchaba repetidas veces y que, cuando la oía, cerraba los ojos y se producía una  transmigración de mi alma hacia la aldea de Lavapiés, no podía evitar soltar alguna lágrima de añoranza al no poder estar en una caseta con mi familia y mis amigos de siempre o paseando por mi “alamea”, cerca en cuerpo y alma a mi Virgen del Pino.

Virgencita del pino mía,
Bendice mis pensamientos,
Dame fuerzas en mi lucha,
Cuando soplen malos vientos,
Jamás bajaré los brazos,
Porque con tu fe todo lo puedo.

Debido a mi trabajo, tuve la suerte, en 1999, de trasladarme de nuevo a mi querida Niebla, donde siempre tuve mis raíces. Volvieron recuerdos, aromas, todo un cúmulo de añoranzas perdidas durante tantos años lejos de esta tierra mía. Aquella romería volví a sentir antiguas sensaciones y pude observar que pese al paso de los años y el cambio de los tiempos, la verdadera esencia pura de esta fiesta era la misma que antaño.
Para cualquier nieblero, el amor hacia la Virgen del Pino es indudable, si bien es cierto que todo el mundo no tiene porque sentir lo mismo. Tan cierto es que desde muy niño he tenido un sentimiento muy especial por nuestra patrona, y durante toda mi vida la he llevado conmigo en todas las batallas que la vida me ha deparado. Pero hay una etapa de mi vida en la que estuve más cerca que nunca de ella. En el año 2007 entré a formar parte de la Junta Directiva de la Hermandad de la Virgen del Pino donde permanecí cuatro intensos años trabajando codo a codo con mis compañeros con toda devoción y con la Virgen del Pino siempre como bandera.
Durante ese periodo fui el portador del simpecado de la virgen, una de las funciones más bonitas que un iliplense pueda ejercer, llevar en brazos a su Madre, a María. La sostienes como la tierra sostiene a la flor, ni los vaivenes del viento son capaces de derribarla, tus brazos son raíces anclados al suelo, sujetando la Flor entre las Flores, haciéndose ver entre las demás, desplegando su belleza allá por donde pasa. No hay peor ciego que el que no quiere ver, entre las flores, Tú eres la más bella. (PAUSA)

El calendario antojadizo me daba la oportunidad de devolver a Niebla a la Virgen del Pino, el mes de septiembre se antojaba como una fecha más especial aún de lo que siempre lo fue. Alzar el simpecado a los cuatro vientos era algo que me llenaba de orgullo y honor cada vez que en nuestro castillo lo hacía mirando al cielo, un sentimiento muy especial se apoderaba de mí, y tras varias horas de procesión, todo ese dolor de espalda y cansancio se traducía en una sensación mística que me llenaba de una satisfacción ancestral difícil de explicar con simples palabras.

Y es en esos momentos de estar tan cerca de Ella, vemos a la Virgen, al Niño Dios y al Espíritu, pero no vemos a Dios, el que todo lo puede, el Creador.
      Con ayuda de la Virgen del Pino, ese Dios que está en todo, entre los que pasan hambre, los cientos de hermanos nuestros que siguen pasando hambre cada día, espejo de la necesidad más absoluta, sedientos de amor y cariño; y lo veo en la inocencia de los niños, y lo veo, y lo siento en el desamparo de los ancianos abandonados, fiel reflejo de una sociedad que va al fracaso pues mal se llama solidaria y cristiana, y lo veo en los despojos humanos, sin casa, ropa y familia, sin calor humano entre sus manos y que buscan donde reclinar la cabeza, y lo veo en la cárcel donde la droga hace estragos en esos hermanos que están allí abandonados, y lo tengo que ver en las Hermandades que deben de estar aquí para ser ese bastón de apoyo en el camino de la vida del que ya no sabe ni puede andar, ese consuelo y ese anhelo de humanidad que tanto necesita el mundo, esa Hermandad que debe vivir siguiendo el ejemplo de su Hijo, que debe saber hacer este camino más largo y difícil para demostrarle a este mundo tan sin-sentido religioso,  que los cristianos y que, más aún nosotros tenemos que  dar ese ejemplo que tanto necesita nuestra sociedad.
Desde este humilde pregón quiero hacer un llamamiento a mi pueblo, a mi gente. Todos sabemos los tiempos tan difíciles que corren y el tesón que debemos poner dada las circunstancias. Muchos iliplenses están viviendo momentos duros y quiero mandar desde aquí un mensaje de fuerza y  ánimo y desear lo mejor a cada uno de ellos; quisiera que esta romería sirva para que los iliplenses disfrutemos unidos de una fiesta entrañable, al compás de guitarras y palmas, de sevillanas y fandangos, de buena gastronomía, más allá de lo que gastemos o no, lo importante es la compañía que tengamos, eso no tiene precio, pero sí un valor incalculable, rodeados de familiares y amigos debemos parar nuestro reloj y como si todo fuese eterno vivir tres días en una esfera de gloria y felicidad. Cantando, comiendo y bebiendo con nuestros queridos amigos, y cómo no…acercarme a la ermita a visitarla, a observarla, a mirarla fijamente sin parpadear y a pedirle que un año más siga protegiéndome como siempre.
Porque, aunque me vista de corto o de flamenco y te acompañe andando en el camino, si no tengo caridad, no tengo sentimiento, aunque vaya a todos los cultos con mi medalla; si no tengo caridad, no soy tu hermano, aunque comulgue a diario; si no tengo caridad, no merezco tu gracia, aunque viva en la Hermandad, limpiando la plata, poniendo el bar, vendiendo papeletas, pague las flores o la cera, si no tengo caridad, la Hermandad no tiene ningún sentido: nuestra vida debe ser siempre un ejemplo y lección de Amor, buscando el Reino de Dios.
No quisiera terminar mi intervención sin expresar mi enorme agradecimiento a numerosos colectivos y asociaciones iliplenses.

Mi Hermandad de la Virgen del Pino, por darme la oportunidad de mostrar con mi palabra, el amor a María, de participar como un hijo más en su romería y de estar durante cuatro años sufriendo dulcemente el peso de tu imagen, la cual llevo grabada en mis brazos.

A mi mujer Paqui, por su apoyo y comprensión a pesar de las dificultades padecidas a lo largo de estos últimos meses, que aunque duro, también aporta una parte positiva, me hace sentirme más fuerte y unido a ella.

A mis hijos Antonio, Juanfran y Paloma,  por su apoyo incondicional diario y por transmitirme alegría de vida y continuar la senda en el amor a María.
A mis hermanos por aportarme valores en la vida y que junto a mis padres conformaron la identidad que hoy me trae aquí, a venerar a mi Virgen del Pino.

Del pino virgen señora,
Tu imagen conmigo llevo,
Eres la madre protectora,
De todo tu pueblo entero,
El día que llegue mi hora,
Llévame en brazos al cielo.

Niebla, por siempre protegida por sus patrones San Walabonso y nuestra bellísima Virgen del Pino.

¡¡¡Viva la Virgen del Pino!!!
¡¡¡Viva la Reina de las murallas!!!
¡¡¡Viva su santísimo hijo!!!
¡¡¡Viva la madre de Dios!!!
¡¡¡Vivan los iliplenses…y

VIVA LA VIRGEN DEL PINO!!!.

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